Observar el país con ojos de Miguel Ángel: tal como es y, a pesar de ello, amándolo
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100822/53987094176.html
Mi ventana de agosto tiene vistas sobre el Ritort, un primer afluente del Ter que procede de las montañas de Molló, en la ratlla de França. Hoy su murmullo es risueño: una corriente de cristal, vivaz y sugestiva como una mujer de mediana edad. En días pasados, en cambio, empujado por constantes lluvias, bajaba tumultuoso e irascible como uno de estos tipos malhumorados que, a la menor discrepancia, te manda a freír espárragos con gestos intimidatorios.
"Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir". La célebre metáfora de Manrique es preciosa. Pero exageradísima. Ni el más sabio, santo o poderoso de los humanos puede compararse, no ya con el Nilo o el Amazonas, sino con el modesto Ter. Pequeño y sobreexplotado, pero más peleón y resistente que un héroe de la antigüedad, el Ter sobrevive con tenacidad trágica. Desde su curso más alto, pone en funcionamiento decenas de pequeñas centrales eléctricas. Riega y fertiliza comarcas de gran importancia agrícola. Fue, junto al no menos heroico Llobregat, el gran factor de la industrialización catalana. Y, por si todos estos hercúleos esfuerzos no bastaran, gracias al sistema de pantanos Sau-Susqueda, ofrece el Ter agua de boca a la conurbación barcelonesa. Millones de ciudadanos catalanes (y millones de turistas), se duchan, lavan ropa y vajilla, beben e higienizan sus baños gracias al Ter, que, sin embargo, a partir de Susqueda sufre un trato de esclavo: su caudal está siempre por debajo del mínimo ecológico (excepto en temporadas de racha lluviosa, como la que consiguió el muy laico Baltasar rezando a laMoreneta). Un sufrimiento inútil, pues ni políticos ni ecólogos se acuerdan del Ter cuando se habla de los problemas del agua en Catalunya.
Por fortuna, el ejemplo del Compromís per Lleida empieza a arraigar en Girona. La iniciativa cívica de los leridanos es modélica. Ya saben: es un movimiento reivindicativo que apela al sí. Defienden sus comarcas demostrando, con datos y números, que es posible casar egoísmo y altruismo territorial. En la misma línea, los defensores del Ter, acompañados por los leridanos, proclamaron antes del verano el manifiesto Aigua per unir, que propone salvar el caudal del heroico Ter sin olvidar los intereses de boca de la conurbación barcelonesa y situando la problemática del agua en un marco general, en el que todos los ríos deben ofrecer y todos los territorios recibir. El 18 de septiembre se encontrarán en Lleida. ¿Eclipsará la frenética batalla electoral que empezará en septiembre el realismo crítico de estas bellas corrientes cívicas? No podemos permitirnos tal eclipse. En la campaña que se avecina, los partidos idealizarán un país que imaginan. Mientras que estas corrientes observan el país como el escultor Miguel Ángel observaba el mundo: tal como es y, a pesar de ello, amándolo.
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