diumenge, 6 d’abril del 2008

"No perdamos más tiempo”

La Vanguardia, 6 d'abril de 2008

“No perdamos más tiempo”

ANTONIO CERRILLO, Barcelona.

La sequía en la región de Barcelona y Girona ha puesto sobre la mesa de forma cruda los déficits estructurales de agua en las cuencas catalanas, según coinciden los expertos reunidos en un debate organizado por ‘La Vanguardia’. Las carencias se han acumulado de golpe. La nueva cultura del agua, que incide en el ahorro o la reutilización, no ha llegado a tiempo de socorrer a un país sin garantías plenas de suministro. Josep Alabern, autor del diagnóstico del Col·legi d'Enginyers Industrials de Catalunya, igual que Josep Dolz, catedrático de Ingeniería Hidráulica, ven necesario el trasvase del Ródano, actuar de urgencia y fijar la planificación futura. Y el ecólogo Ramon Folch dice que, antes de los trasvases, hay aún muchos deberes por hacer. Mientras, los embalses bajan su nivel como una soga cada vez más asfixiante.

"No perdamos más tiempo”, es la consigna en la que coinciden los expertos, que reclaman un pacto del agua en Catalunya. Para algunos, los números cantan; se necesitan trasvases.

¿Cómo es posible que hayamos llegado a una situación tan extrema, con restricciones a la vuelta de la esquina?

ALABERN: No nos hemos dado cuenta de que los recursos de Catalunya son muy limitados. Tenemos poca conciencia del problema. La actual situación es fruto de una cadena de factores. En 1959, se aprobó el trasvase del Ter al área de Barcelona, pues tenía un déficit de agua muy importante. Hasta 1980 hubo disponibilidad de agua, pero los ríos estaban gravemente contaminados y se empezaron a hacer depuradoras. En 1996, el Parlamento concluyó que hacían falta 240 hectómetros cúbicos y surgió la idea de ir a buscar agua del Ródano; idea que luego se abandona por motivos no técnicos. A partir del 2000, se empieza a tratar el tema del agua desde una perspectiva de la sostenibilidad ambiental. Pero la directiva nos coge con el pie cambiado: porque antes no se había resuelto la falta de disponibilidad de agua. Y mientras la población
ha pasado de 6 millones a 7,5 millones. Falta garantía de suministro.

DOLZ: La sequía ha puesto de relieve una vez más la falta estructural de agua de las cuencas internas catalanas. En segundo lugar, no se han tomado decisiones suficientes los últimos 25 años. Y el tercer déficit es cierta irresponsabilidad política. El agua se ha convertido en un elemento de confrontación entre partidos. Ante el anteproyecto del plan hidrológico de Josep Borrell se crearon unos primeros anticuerpos que han ido creciendo progresivamente a la luz de las sucesivas propuestas. Y han dado lugar a la tensión actual, tanto en España como en Catalunya.

FOLCH: Tenemos un déficit estructural, en efecto, pero además sufrimos una fuerte y larga sequía. Además, en 50 años hemos pasado de ser 4millones de habitantes a ser 7,5millones; es decir, que casi hemos doblado la población. Y hemos cambiado sustancialmente los hábitos. Nos duchamos todos los días, proliferan las piscinas y hemos multiplicado los regadíos. En medio siglo, estamos pidiendo al sistema un 400%-500% más de agua. Y pese a esa situación, ha triunfado la cultura de ofrecer más agua. Resumiendo: somos el doble de personas consumiendo el triple. No se ha hecho suficiente obra pública para garantizar el abastecimiento y no se ha contenido suficientemente la demanda de agua.

¿Habrá servido de algo todo este estrés cívico y político? ¿Se puede aprender algo de esta situación?

DOLZ: Es la hora de actuar, porque si mañana llueve, es muy probable que pasado mañana no se tomen decisiones de fondo para el futuro. Eso ya pasó en el 2005.

FOLCH: Es el momento óptimo para reprogramar la política hidrológica catalana. La idea de que en el futuro las cosas se arreglarán solas debe desterrarse. Para mí, es la gran lección. Tenemos que pasar a una cultura de la eficiencia y de la programación. En vez de intentar conseguir un buen sueldo, hemos comprado décimos, a ver si nos toca la lotería. Hemos vivido de las quinielas y eso no puede ser.

ALABERN: Estamos confundiendo sequía y escasez. La sequía es un efecto del clima (puede llover más o menos) y otra cosa son las herramientas de la política hidráulica. Hay un divorcio entre las políticas urbanística, territorial y agraria con relación a la política del agua. Vivimos sobre la base de precario equilibrio entre recursos y demanda; los recursos del Llobregat son limitados y el Ter también está exhausto, y ya no le queda agua en la desembocadura. Del precario equilibrio que buscamos sale perjudicado el Ter. Por eso es importante hablar de otras cuencas. Necesitamos una redefinición de la política hidráulica, hacer infraestructuras, un régimen económico-financiero diferente y reinstaurar la solidaridad entre cuencas. Catalunya
está dividida en un pequeño reino de taifas y se han creado fronteras hidráulicas. Y hay que llegar a un acuerdo político y social sólido para que las políticas del agua sean eficientes.

DOLZ: Tenemos que admitir que no tenemos agua, al margen de que se pueda mejorar la gestión y el uso. El agua es algo muy sensible. Muchos problemas que tenemos ahora sobre la mesa necesitan medidas extremadamente urgentes, pues son fruto de polémicas y enfrentamientos provocados. Y hay un factor nuevo: se ha puesto en evidencia que el problema no es sólo del área metropolitana, dada la aportación del Ter al área de Barcelona, sino también en Girona. Es un problema conjunto e inseparable. Hay que reconocer el esfuerzo realizado de forma generosa por los regantes del Baix Ter para ayudar a garantizar el suministro de agua al área de Barcelona.

ALABERN: Los regantes del Ter están así desde hace 42 años y hasta ahora han callado. Pero los regantes del Ebro, que todavía no han dado nada, se quejan (pese a que el agua que va al Camp de Tarragona viene de unos canales que tenían y cuya impermeabilización pagó la Generalitat). Es decir, tenemos los regantes que nos dan agua y no cobran, y que hasta ahora no se habían quejado; y otros regantes que no dan pero cobran y se quejan. Hay que establecer la necesaria solidaridad entre cuencas.

FOLCH: El agua no es propiedad de quien ve pasar los ríos. Parece que el Ebro sea en parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro y en parte de los regantes. Es del país, representado por su gobierno. Hay concesiones porque el gobierno las ha dado. Me parece bien, pero cada tiempo tiene su contexto.

A corto plazo, ¿son necesarios los trasvases para la región metropolitana de Barcelona? ¿Qué hay que hacer para evitar las restricciones en otoño?

DOLZ: En fase de emergencia, hay que traer agua de donde sea y como sea. Todos debemos apoyar a la Administración en esto.

FOLCH: Yo me centraré en la demanda. El Centre Esplai del Baix Llobregat (500 usuarios), que ya lleva un año de explotación, consume 65 litros de agua por persona y día. Y eso es porque el agua recircula en el mismo edificio y los váteres funcionan con las aguas grises de las duchas. Esto no es una anécdota, porque si yo multiplico un consumo de 65 litros por persona y día por 5 millones de habitantes, tengo una demanda urbana. Y si lo multiplico por 120 litros por persona y día, que es lo que gasta Barcelona, o por 300 litros, tengo otra demanda. Aquí tenemos un recorrido importante. Y hablando del terreno agrícola, podemos decir tres cuartos de lo mismo. Israel y Marruecos producen consumiendo la mitad de agua que nosotros.

¿Es necesario hacer un trasvase en la fase de emergencia?

DOLZ: Tenemos que traer agua de donde sea. Del Ter y del Llobregat llegan al área metropolitana normalmente unos 12 metros cúbicos por segundo. ¿Cuánto es el máximo de agua que podemos traer en otoño? El agua que se puede incorporar de los pozos no es mucha. Está previsto que los barcos transporten un metro cúbico por segundo; del Segre, se ha propuesto obtener 1,5 m3/s, y de las interconexiones con el minitrasvase del Ebro, otro 1,5 m3/s. Al final, se dispone de unos 3 a 3,5 m3/s, que es equivalente a lo que aportan actualmente el Ter y el Llobregat al área metropolitana. No hay alternativas a corto plazo. No perdamos el tiempo.

ALABERN: Estoy de acuerdo, pero hay que precisar. Es verdad que hay 1 m3/s para trasvasar agua del Ebro al Llobregat, aunque eso es en invierno. En verano, queda en poca cosa. Pero es verdad que si estas interconexiones se hubieran hecho, la situación sería distinta de la que estamos. Son 45 hm3 al año.

FOLCH: En estos momentos, en las cuencas internas tenemos entre 110 y 130 hm3 (embalses de Sau, Susqueda y demás). Nos quedan cuatro gotas. Estamos consumiendo 1 hm3 al día en un área de 5 millones de personas. Con esa agua hay para 120 o 140 días.

DOLZ: Y eso si pudieran vaciarse los embalses; pero cuando estén por debajo del 10% de su capacidad, con unos 60 hm3, es muy difícil aprovechar el agua almacenada.

ALABERN: Recuerdo cuando el embalse de La Baells llegó en 1990 al 15%; el agua se volvió de color gris pardo.

FOLCH: Los embalses son como una taza de café turco, al final todo es poso. Con el agua hoy disponible no llegamos ni a finales de agosto.

La nueva cultura del agua centraba la atención en el ahorro o la reutilización. ¿Ha fracasado?

FOLCH: No ha fracasado, porque ¡ni siquiera ha comenzado! De momento, tenemos la nueva
verborrea del agua. La nueva cultura del agua está por estrenar.

ALABERN: El problema de esta nueva cultura del agua es que ha surgido en contra de la vieja cultura y no ha sumado.

FOLCH: Soy un firme partidario de la gestión de la demanda; pero la obra hidráulica es imprescindible. De todas manera, decir: “gasta lo que quieras, derrocha lo que quieras, que ya te daré lo que necesites” no es de recibo.

¿Qué debemos hacer a partir de ahora?

DOLZ: Como medida de emergencia, hace falta llegar a un consenso que defina cómo será la política hidráulica de Catalunya a medio plazo. Debemos ponernos un plazo de un año para definir la política hidráulica. Hay que llegar a este acuerdo.

¿Sobre qué premisas?

DOLZ: Para mí, hay dos elementos clave. Y son optimizar el uso del agua en la agricultura y en las segundas residencias, y, en segundo lugar, definir de una vez para siempre el esquema para aportar los nuevos recursos a las cuencas internas. Esto, para mí, supone optar por la desalinización y por el trasvase del Ródano; por las dos cosas.

ALABERN: El Col·legi d'Enginyers Industrials sostiene que se deben interconectar las redes de abastecimiento regional; se deben hacer las desalinizadoras necesarias, porque son modulares, aunque tienen un consumo energético importante. Y también se tiene que jugar con los trasvases. Se deben poner todas las alternativas juntas sobre la mesa sin apriorismos, y después hacer la elaboración correspondiente.

FOLCH: Yo todo esto lo asumo. Por una parte, debemos hacer una buena gestión de la demanda e incrementar la eficiencia. Y por otra parte, debemos aprovechar mejor los recursos locales (acuíferos, captura de agua de lluvia...), incrementar la reutilización, pues aún tenemos muchos hectómetros cúbicos por aprovechar; y desalar. Y una vez hecho esto, hacer una política de reequilibrado de balances mediante trasvases. No estoy en contra de los trasvases; pienso que pueden ser el factor de reequilibrio. Cuando has optimizado la demanda y has capturado y gestionado bien los recursos locales, calculas lo que falta y es lo que pides que se trasvase.
¿Y cómo se hace el trasvase? Pues con una red interconectada. Si tuviéramos las redes interconectadas, no estaríamos discutiendo estos problemas.

La Catalunya despoblada y agrícola de Ponent tiene agua y la más poblada no. ¿Hay posibilidades de un pacto como propone el manifiesto de Vallbona-Compromís per Lleida?

ALABERN: Hay dos posibilidades de hacer el trasvase del Segre a la cuenca del Ter y el
Llobregat. Una es una conexión Rialb-embalse de Sant Ponç, y la otra es conectar con los regadíos que también cogen agua de Rialb. Se trataría de ponerse de acuerdo con los regantes y de hacer un trasvase cuando fuera necesario; no tiene por qué funcionar siempre. Hay que tener en cuenta que el regadío tiene un potencial de ahorro importante.

DOLZ: Yo lo veo algo diferente. Es necesario racionalizar la política de regadíos, e introducir técnicas de regadíos incentivadas económicamente con dinero público. Y, también, pensémoslo muy bien antes de poner miles de nuevas hectáreas agrícolas. La Generalitat planea crear 140.000 nuevas hectáreas de regadío en su pacto nacional de infraestructuras.

ALABERN: Es contradictorio que por un lado se diga que falta agua y luego se incentive el regadío.

DOLZ: Retomo mi argumento. El agua ahorrada en el riego en Lleida no se debe destinar a nuevos regadíos, ni tampoco al abastecimiento regular de Barcelona y Girona. Es en situaciones de extrema gravedad como la que tenemos en la actualidad, y con las redes
interconectadas, cuando se debe transportar el agua hacia Barcelona. Y si se hiciera el trasvase del Segre, nada de desmontar la obra luego. Se le pone un grifo, y, en caso de extrema sequía, se transfiere el agua. Y el día en que se haga el canal Segarra-Garrigues, ¿por qué no se puede interconectar con las cuencas internas? Hagámoslo, pero no para el agua de cada día, sino en casos extremos.

FOLCH: Estoy de acuerdo.

ALABERN: Sí, sí.

DOLZ: Y de la misma manera creo que el agua del día a día debe salir de la desalinización y del Ródano. Si queremos que el agua del Ter vuelva a Girona, sólo hay una manera de hacerlo, y es que el Ródano se incorpore al área de Barcelona.

FOLCH: Si no tenemos una red interconectada, no se puede gobernar el agua. Sin una red no se puede hacer gestión. El trasvase del Ródano debemos abordarlo cuando hayamos resuelto todo lo que he dicho antes y siga faltando agua. Me da miedo la posición apriorística del Ródano, y que se piense “como ya traeremos mucha agua del Ródano, ya no hace falta que hagamos todas las demás cosas”. El Ródano como coartada para no hacer todas las cosas que hay que hacer no me convence. Debe ser lo último